
Por lo anterior resulta evidente que, vaya uno a saber por que designio del destino, cada vez que trato de coleccionar algo, fracaso rotundamente. Mi último intento de juntar la mayor cantidad posible de aquellos libritos que mencioné (sobre todo los que más me interesaban, que obviamente brillaban por su ausencia) se vio interrumpido por el sorpresivo cierre de la librería, que estuvo allí, por lo menos desde que se creó la imprenta…pero claaaro, aparecí yo y los astros se conjugaron de manera que mi añosa carrera de “coleccionista de fracasos” (nótese que usé de nombre la palabra ilusiones en lugar de fracasos para no sonar pesimista desde el inicio =P) no finalizase tan pronto. Este, mi ultimo éxito fracasando, sumado a la posibilidad de descargar mi frustración en un blog, me retrotrajo a aquellos fracasos pasados, algunos de los cuales incluso había olvidado, quizás en un mecanismo inconciente de autoayuda.
¿Quien no ha tenido en algún momento de la infancia un álbum de figuritas? Creo que quien diga YO seguramente no habla castellano o no entendió la pregunta….la cosa es que también yo los he tenido y jamás, sin excepción, logré completar alguno. De la mayoría no quedo ni vestigios, salvo alguna que otra figurita perdida en el fondo de algún cajón, como las de Frutillita, que mi mamá separaba y usaba para copiar en un afiche y decorar las paredes de mis fiestas de cumpleaños, o pintar sobre almohadones. Lo mismo sucedió con las de Hello Kitty o los naipes de Mi Pequeño Pony (My Little Pony). Buscando imágenes en Internet, recordé más detalles olvidados, me sumergí en la nostalgia, y después…me sentí vieja. Si, es una forma de decir, pero si algo con lo que jugaste aparece en venta como una antigüedad, es señal de que vas camino a serlo vos mismo. Encuentro consuelo en el hecho de que amo las antigüedades, por lo mismo que respeto y admiro a la gente mayor. El tiempo te otorga (casi siempre) sabiduría, y a los objetos, según mi parecer, los impregna de cierta mística.
También por esa época, juntaba, sin saber que la palabra colección existía, los muñequitos Pinypon, que venían con ciudades, campamentos, animales, autos etc. etc.…de aquello tampoco quedo siquiera una peluca. Ni que decir de los Ponys y las muñecas Barbies. Admito que he llegado a tener varias, pero fue entonces que llego a casa una muñeca viviente, mi hermana, que se encargo de “decorar”, amputar y descabezar a mis pobres muñecas, cuya población se fue diezmando hasta casi desaparecer.
Mas adelante descubrimos la existencia de un huevo de pascua que en su interior albergaba una sorpresa….si, esos son famosos aun hoy en día, y en aquel momento eran más accesibles, así que llenamos cuatro repisas con los juguetitos para armar. Muchos se perdieron o rompieron, pero la mayoría aun permanece firme en su lugar.